Vivimos en esa época en que los días son más largos y las noches son más cortas. En la que paseamos por la orilla sintiendo el agua salada entre los pies descalzos.
Nos movemos en moto, sintiendo el aire fresco en nuestra piel. Seguimos el sol hasta encontrar la mejor de las puestas de sol en la isla bonita.
Recorremos la isla, paseando por sus pintorescos pueblos mediterráneos, degustando su gastronomía y descrubriendo su artesanía.
Nos entran esos nervios justo antes de saltar al agua, hasta que no nos lo pensamos más y ya casi tocamos el agua.
El camino nos lleva a descubrir las aguas más cristalinas de Menorca. Rincones llenos de magia y pura paz.